Lo saludable es aprender cómo vivir con nuestra pérdida de la mejor manera posible, de manera que tengamos el tiempo y el espacio necesario para hacer el duelo, así como el permiso para volver a la vida. En el momento adecuado el duelo se convierte simplemente en una parte de nuestro camino como personas. Cambiará de tono, de escala y de textura y podrá entretejerse mejor con el tejido de nuestra vida”.
Podemos transitar por momentos de dolor terrible y a continuación otros en los que recordamos buenos momentos y nos sentimos en paz: “Podemos experimentar ira por lo que podría o debería haber sucedido y luego, al principio durante breves instantes, momentos de paz y aceptación. A medida que pasa el tiempo la aceptación de la pérdida empieza a crecer, aunque pueda quebrarse temporalmente con nuevas pérdidas. Y así, lo más útil es pensar en ello como en un viaje a lo largo del tiempo atravesando emociones difíciles: sorpresa, incredulidad, rabia, amargura, pena, arrepentimiento, nostalgia… que en algún momento se calman a medida que aparece una aceptación mayor”.
Podemos sentirnos presionados para pasar página, recuperarnos de las pérdidas o sobreponernos. Muchos de nosotros tenemos en mente una franja temporal muy poco realista que nos dice que «deberíamos haberlo superado ya». Eso es un sinsentido. No existe una resolución final, un «recuperarse». Lo saludable es aprender cómo vivir con nuestra pérdida de la mejor manera posible, de manera que tengamos el tiempo y el espacio necesario para hacer el duelo, así como el permiso para volver a la vida. En el momento adecuado el duelo se convierte simplemente en una parte de nuestro camino como personas. Cambiará de tono, de escala y de textura y podrá entretejerse mejor con el tejido de nuestra vida”.